Cuando hablamos de crianza, siempre mencionamos lo importante que es establecer límites, y aunque se den ciertos ejemplos, no siempre es tan sencillo llevarlo a la práctica, mucho menos con nuestros hijos. Lo primero que debemos hacer es auto evaluarse y preguntarnos, ¿sabemos cómo hacerlo?
Creo que para muchos, la situación puede ser confusa, incluso nos cuesta establecer límites con personas de nuestro entorno, en el trabajo, con los amigos, con la familia, etc. Pero lo más importante es saber lo necesarios que son para poder criar desde el respeto y sobre todo, los beneficios que tienen con nuestros pequeños.
Los límites brindan seguridad y estabilidad, nos ayuda a establecer el respeto y la comprensión, llega un punto que se convierten un tema de conversación familiar, que imparte valores y representa un canal para negociar con nuestros hijos a medida que debemos ir flexibilizando o siendo más estrictos a medida que lo necesitemos.
Para crear limites debemos tomar en cuenta que:
1. No es un camino fácil y que está en juego la integridad de un ser humano, y que a su vez, nos ayudará con la crianza y formación de nuestra familia.
2. Saber que ser un buen padre depende de nosotros y somos responsables de las acciones de nuestros hijos. Por eso el sentido común juega un papel muy importante, nos debemos apoyar en ciertas normas sociales para poder convivir y sobre todo, ayudarlos en su transición a convertirse en adultos responsables.
3. Imagina que los límites representan una línea, si nos mantenemos en ella, creamos un ambiente donde aprendemos respeto, empatía, donde nos sentimos seguros, protegidos, etc. Pero que al cruzar esa línea, dejamos de estar en esa zona de paz para estar en una donde reine el descontrol, la falta de normas, nos sentimos desprotegidos e inseguros, etc. Pues así se sientes los niños al no tener límites. A veces creemos que por ser estrictos, les estamos haciendo daño. (depende también lo que exigimos).
4. Ser conscientes de las consecuencias que pueden ocurrir ante una situación, por ejemplo: cuando un niño quiere correr en la calle, sabemos que la consecuencia es peligrosa, entonces somos responsables enseñarles por qué en la calle no deben correr.
5. Dividir los límites en negociables (tiempo de pantallas, tiempo de juego, etc) y los no negociables (aquellos que pongan en riesgo su seguridad, salud o higiene). De esta forma sabremos en cuáles debemos ser más estrictos y en cuáles podemos ser más flexibles.
6. Ser firmes con personas cercanas a los niños, (abuelos, tíos, amigos) y pedir respeto ante tus decisiones como padre/madre. Esto también es establecer límites.
7. Ser constante, no es algo que se aprende de un día para otro. Seguramente tendremos que repetir muchas veces una norma para que pueda ser comprendida.
8. Si crees que necesitas ayuda, no dudes en buscar ayuda profesional. La escuela siempre será un gran aliado y podrán orientarte, cerciórate que sean profesionales acreditados.
Otro aspecto a tomar en cuenta es la comunicación y el vocabulario, a veces es más importante cómo decimos las cosas que lo que decimos en sí. Con gritos, insultos y atropellos, no lograremos un ambiente de respeto. Por eso la comunicación juega un papel muy importante.
A veces tenemos las palabras correctas, a veces no. Hay momentos en los que sabemos qué decir y hay otros en los que caemos en el “NO” para establecer normas, y ese “no” se transforma en una palabra más que escuchamos a diario, que pierde su esencia y su validez.
En la crianza, es importante saber comunicarnos con nuestros hijos, que nuestro mensaje sea empático, preciso, corto, y que tratemos en lo posible de usar las palabras con las que queremos que nuestros hijos se comuniquen.
Dejemos el “NO” para acciones que pongan en riesgo su seguridad, para momentos en los que realmente necesitamos que atiendan y sigan la instrucción, por ejemplo: “No te subas a la ventana”, “no dejes que nadie te toque”, “no hables con extraños”, etc.
En el día a día, podemos incorporar frases que nos permitan educar y enseñar sin la necesidad de negar cada una de las acciones. Esto aplica para todas las edades, así tu hijo no verbalice, se irá acostumbrando a estas frases y no tardará en familiarizarse con ellas. Aquí ejemplos:
“Usa los piecitos que caminan” ➡️ en vez de “no corras”
“Usamos un tono de voz tranquilo”➡️ en vez de “no grites”
“Usamos las palabras para entendernos mejor” ➡️ en vez de “no llores”
“Este adorno va en la mesa” ➡️ en vez de “no lo toques”
“Con amor”, “las manitos son para acariciar”, “las manitos son para pintar”, “ las manitos son para jugar”, “las manitos son para comer”, etc. ➡️ en vez de “No pegues”. En este caso, si la conducta es recurrente, se debe decir “NO”.
Recuerda: ser firme, constante y repetir cuántas veces sea necesario, incorpora también gestos o señas. El acompañamiento es fundamental.